Dame tu Corazon

 

TEMA: DAME TU CORAZÓN

TEXTO: PROVERBIOS 23:26

INTRODUCCION

¿Qué tenemos nosotros que le podamos dar a Dios? ¿Qué es lo mas preciado que Dios pueda necesitar o pedir de nosotros?

Y la otra pregunta es, ¿Por qué Dios querría nuestro corazón?

DESARROLLO

I.              EL PROBLEMA DEL CORAZÓN

Jeremías 17:9

Nuestro corazón es engañoso porque el pecado lo corrompió, lo llenó de maldad, haciéndolo ir detrás de las pasiones de los sentimientos, y de continuo al mal, Génesis 6:5, Génesis 8:21.

¿Por qué Dios quiere nuestro corazón? ¿Para que?

II.            DIOS NOS PIDE EL CORAZÓN

Notemos que:

a.     Dice, “dame”, lo deja a opción nuestra

b.     Dice, “hijo mío”, busca una relación intima, de un Padre con su hijo

c.     Dice, “tu corazón”, quiere lo mas preciado, quiere el fundamento de nuestras emociones

Dios quiere nuestro corazón para:

i.               Ezequiel 36:25-26 – Cambiarlo, hacerlo nuevo, para morar en nosotros y hacernos nuevas criaturas, para adoptarnos como sus hijos, 2ª. Corintios 5:17.

ii.             Ezequiel 36:27 – Darnos el poder del cielo. El Espíritu Santo nos da el poder de poder usar los recursos del cielo, pero eso viene cuando le damos nuestro corazón a Dios, Hechos 1:8.

iii.            Ezequiel 36:28 – El quiere ser Dios de nuestro corazón, a quien le demos nuestro cantico, la prioridad de nuestra vida, todo para el.

·      Deuteronomio 6:5 – Solo se puede amar a Dios con todo nuestro corazón cuando se lo entregamos a El

iv.            Ezequiel 36:29-30 – Para prosperarnos y abundarnos, porque Dios solo puede invertir en un corazón que haya orden, limpio y restaurado.

·      3ª. Juan 1:2 – Dios nos prospera materialmente a medida que nuestro ser interior es prosperado, y eso inicia entregándole nuestro corazón.

·      Filipenses 4:19 – Dios tiene riquezas celestiales, pero son reservadas para los que tienen un corazón renovado, entregado a El, para el cual, Dios es su mas grande riqueza.

CONCLUSION

Proverbios 4:23

Si algo tenemos que cuidar es nuestro corazón, por lo tanto, démoselo a Dios y El sabrá cuidar muy bien de ese tesoro llamado corazón.